jueves, 13 de octubre de 2011

El Límite del Universo


Se vuelcan sobre mí palabras con melodías tristes. Me dicen que el infierno me está esperando, que la tierra ya no quiere recibirme. En ese preciso momento me doy cuenta de que el universo no es tan infinito como se presume. Puedo ver sus límites, porque yo vivo en ellos. Y los que lo hacemos, afinamos la percepción, logramos ir más allá de los límites de la razón.


Allí se develan ante mí, la locura y el amor, disfrazados de alegría y sufrimiento, respectivamente. Igualmente los reconozco. Se ofrecen a guiarme, a llevarme hacia una nueva forma de la verdad. Les pregunto porque me eligieron, pero en realidad, yo las elegí.

Me explicarán porqué siempre están juntas. Locura y amor, alegría y sufrimiento. Son órganos de un cuerpo único y vital. Si la locura es alegría y acompaña el amor, que a veces se trasviste de sufrimiento. Es el fin de las cosas, una mutación predestinada a perecer cuando vuelven a disfrazarse de lo esencial. Retornan a su origen y empieza un nuevo ciclo. Toda la vida, me dicen, se traduce en nosotras dos, y nuestros respectivos disfraces. Y no hay nada que escape a este principio. AMAR, ENLOQUECER, ALEGRARSE Y SUFRIR, son los lados de un mismo cuadrado. Jamás hay una distancia ciclópea entre ellas, jamás se alejan del todo, y siempre aparecen, en algún momento, para enseñarnos que sentimos, que estamos vivos.
Cuando vuelva de mi viaje al límite del universo, no seré el mismo. Pues seré dueño de una verdad, que aún no comprendo.

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